viernes, 24 de abril de 2020

¿Por qué tanto retorno a la tierra de origen? (24/04/2020)




Magaly Vera

Era evidente que esto iba a pasar por diferentes motivos.

Primero veamos porque uno sale de su ciudad natal mayormente ubicada en zonas agrícolas o alejadas. Básicamente porque no hay oportunidad de ser más que agricultor, maestro o policía que no es malo; pero la televisión y las redes muestran que hay más profesiones y otro mundo por conocer. A eso se suma que no tengan universidades. Sin ir muy lejos de Lima tenemos a Canta que es considerada ciudad dormitorio por tener unos cuantos colegios de primaria y secundaria, ningún Centro de Estudios técnicos, menos universidades. Lo que les queda a los jóvenes es estudiar en cualquier otro distrito que le brinde esas facilidades. Si eso ocurre en Lima, imagínese lo que ocurre en otras provincias y más aún en distritos alejados como Chongos Bajo, etc. solo por mencionar un lugar. Donde la imagen de un agricultor es una imagen denigrada, que vende sus productos a bajo costo, que permite que los intermediarios ganen más, que muchas veces tengan que rematar para sobrevivir, que no cuentan con una base de datos de lo que sembrarán y eso hace que en algunas épocas sus productos bajen aún más de precio por demasiada oferta de lo mismo. Sumado a que sus autoridades incluidos lo que gerencian las Juntas de Agua, los concejales o cualquiera que llega al poder estén coludidos para sólo ellos salir de la pobreza. Donde no hay capacitación de participación ciudadana para que sepan que tienen derechos, que pueden direccionar obras por prioridad para la población y no por cantidad de votantes, que pueden supervisar etc.

Por esos motivos muchos jóvenes migran a la Lima soñada, pero se encuentran con una Lima gris y trabajos esclavistas. El gran emporio de Gamarra es claro ejemplo del pago a destajo, donde gana quien trabaja y ganan por productividad. Es decir, únicamente por prenda terminada. No tienen seguro ni estabilidad laboral y esta pandemia hizo que antes de la suspensión perfecta de labores, ya los empresarios usen esa figura y despidan a todos. Toda la cadena productiva se paralizó: desde los volanteros, jaladores, vendedores, productores etc. Imagine la cantidad de desocupados que pululan por el día en las grandes urbes y en los mercados donde cual pájaros polleros puedan llevar algo que comer a sus familias.

Esos trabajos esporádicos hace que las personas constantemente no tengan residencia permanente y estén cual nómades, buscando donde hospedarse. De preferencia uno cercano al trabajo  que encuentren. Era difícil que estos ciudadanos hayan sido censados en alguna base de datos porque hoy están en La Victoria y mañana no se sabe donde. 

En los Censos tampoco participan muchos porque no desean ser hallados: por deber a algún banco y están esperando que pasen los 10 años y la deuda desaparezca, o por cualquier otro delito o motivo. Eso explica que muchos estén NN.

Y ahora que ya perdieron alojamiento, trabajo y dignidad, pues no les queda de otra que retornar a casa pese a las multas, a que sean llevados a la cárcel o a que sean golpeados por los policías, menos a ser infectados por el COVID-19 ya que la muerte por inanición está a su otro costado. Ya no tienen nada que perder. Y si uno tiene que enfrentar a la muerte, pues nada como morir rodeado de los que uno ama. En casa de esa que huyeron, saben perfectamente que encontrarán al menos un lugar cómodo donde dormir y compartirán la cosecha de alguna chacra de los familiares. Porque la reciprocidad es un valor que todavía se conserva en las zonas tanto altoandinas como de la Selva a diferencia de Lima, donde la indiferencia es lo más evidente y latente.

Pero nuevamente volvemos a ver la importancia de elegir bien a nuestras autoridades. Ya el estado a dispuesto un fondo a los gobiernos regionales y provinciales para que retornen. Y vemos que no todos apoyan.

Que esto nos enseñe a votar con memoria, olvidando ese viejo refrán: “votar por el que hace obras, pero roba”, “más vale ladrón conocido que uno por conocer”. No podemos darnos el lujo de repetir nuestros errores señores.

Más prudencia compatriotas, más sensatez. Sino tendremos más de lo mismo, pero ya no con los fondos con los que afrontamos esta pandemia, porque ahora es el COVID-19, mañana no sabemos a que otro virus nos enfrentaremos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario