Magaly Vera
Era evidente que esto iba a pasar
por diferentes motivos.
Primero veamos porque uno sale de
su ciudad natal mayormente ubicada en zonas agrícolas o alejadas. Básicamente
porque no hay oportunidad de ser más que agricultor, maestro o policía que no
es malo; pero la televisión y las redes muestran que hay más profesiones y otro
mundo por conocer. A eso se suma que no tengan universidades. Sin ir muy lejos
de Lima tenemos a Canta que es considerada ciudad dormitorio por tener unos
cuantos colegios de primaria y secundaria, ningún Centro de Estudios técnicos,
menos universidades. Lo que les queda a los jóvenes es estudiar en cualquier
otro distrito que le brinde esas facilidades. Si eso ocurre en Lima, imagínese
lo que ocurre en otras provincias y más aún en distritos alejados como Chongos
Bajo, etc. solo por mencionar un lugar. Donde la imagen de un agricultor es una
imagen denigrada, que vende sus productos a bajo costo, que permite que los
intermediarios ganen más, que muchas veces tengan que rematar para sobrevivir, que no cuentan
con una base de datos de lo que sembrarán y eso hace que en algunas épocas sus
productos bajen aún más de precio por demasiada oferta de lo mismo. Sumado a
que sus autoridades incluidos lo que gerencian las Juntas de Agua, los concejales o cualquiera que llega al poder estén coludidos para sólo ellos salir de la pobreza. Donde no hay capacitación de participación
ciudadana para que sepan que tienen derechos, que pueden direccionar
obras por prioridad para la población y no por cantidad de votantes, que pueden supervisar etc.
Por esos motivos muchos jóvenes migran
a la Lima soñada, pero se encuentran con una Lima gris y trabajos esclavistas.
El gran emporio de Gamarra es claro ejemplo del pago a destajo, donde gana
quien trabaja y ganan por productividad. Es decir, únicamente por prenda terminada. No
tienen seguro ni estabilidad laboral y esta pandemia hizo que antes de la
suspensión perfecta de labores, ya los empresarios usen esa figura y despidan a
todos. Toda la cadena productiva se paralizó: desde los volanteros, jaladores,
vendedores, productores etc. Imagine la cantidad de desocupados que pululan por el día en las grandes urbes y en los mercados donde cual pájaros polleros puedan llevar algo que comer a sus familias.
Esos trabajos esporádicos hace que
las personas constantemente no tengan residencia permanente y estén cual
nómades, buscando donde hospedarse. De preferencia uno cercano al
trabajo que encuentren. Era difícil que
estos ciudadanos hayan sido censados en alguna base de datos porque hoy están
en La Victoria y mañana no se sabe donde.
En los Censos tampoco participan
muchos porque no desean ser hallados: por deber a algún banco y están esperando
que pasen los 10 años y la deuda desaparezca, o por cualquier otro delito o
motivo. Eso explica que muchos estén NN.
Y ahora que ya perdieron alojamiento,
trabajo y dignidad, pues no les queda de otra que retornar a casa pese a las
multas, a que sean llevados a la cárcel o a que sean golpeados por los policías, menos a ser infectados por el COVID-19 ya que la muerte por inanición está a su otro costado.
Ya no tienen nada que perder. Y si uno tiene que enfrentar a la muerte, pues nada como morir rodeado de los que uno ama. En casa de esa que huyeron, saben perfectamente que encontrarán al menos un lugar cómodo donde
dormir y compartirán la cosecha de alguna chacra de los familiares. Porque la
reciprocidad es un valor que todavía se conserva en las zonas tanto altoandinas
como de la Selva a diferencia de Lima, donde la indiferencia es lo más evidente
y latente.
Pero nuevamente volvemos a ver la
importancia de elegir bien a nuestras autoridades. Ya el estado a dispuesto un
fondo a los gobiernos regionales y provinciales para que retornen. Y vemos que
no todos apoyan.
Que esto nos enseñe a votar con memoria, olvidando ese viejo refrán: “votar por
el que hace obras, pero roba”, “más vale ladrón conocido que uno por conocer”. No podemos darnos el lujo de repetir nuestros errores señores.
Más prudencia compatriotas, más
sensatez. Sino tendremos más de lo mismo, pero ya no con los fondos con los que
afrontamos esta pandemia, porque ahora es el COVID-19, mañana no sabemos a que
otro virus nos enfrentaremos.
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