Por Augusto Álvarez Rodrich
alvarezrodrich@larepublica.com.pe
La escopeta de varios cañones que apuntan a Villarán.
A cuatro meses del inicio de su mandato, Susana Villarán sufre un cargamontón que usa como pretexto a su gestión municipal –la cual no está exenta de críticas justificadas– pero que, en realidad, pretende jaquearla por fines vinculados al teje y maneje político.
Hay indicios del cargamontón en el que parecen coincidir Solidaridad, el Apra y el fujimorismo. Por ejemplo, la intención del presidente Alan García de convertir en provincia al distrito de San Juan de Lurigancho (SJL) pasando por alto los procedimientos establecidos, como la consulta al municipio de Lima.
El alcalde de SJL, Carlos Burgos, es un aliado en este pleito y la ha emprendido contra Villarán con la seguridad del que se siente respaldado ‘desde arriba’, incluyendo su oposición al establecimiento de un Hospital de la Solidaridad en su distrito.
En este contexto, el ministro de Vivienda, Juan Sarmiento, condecoró al alcalde Burgos con “la orden al mérito por servicios distinguidos en el grado de Gran Cruz” por “la labor que viene desempeñando en su distrito”, lo cual permitió ver el fustán del gobierno en esta movida contra Villarán.
A su vez, la premier Rosario Fernández se sumó al cargamontón con el poco sólido argumento de “yo sí voy al mercado” para responsabilizar a Villarán por el alza de los precios de productos de primera necesidad debido al retraso en el traslado de los comerciantes de La Parada al Mercado Santa Anita, cuando esto se explica por alteraciones en el mercado global.
Inmediatamente apareció el ex alcalde Luis Castañeda y miembros de su equipo más cercano, como Walter Menchola, para realizar un fuego cruzado contra la gestión de Villarán, calificada –prematuramente, por cierto– de “fracaso”.
Esto vino acompañado del aluvión de los medios que suelen informar y opinar en la misma línea del gobierno, lo cual puede explicar la desaprobación del 47% según Ipsos-Apoyo.
A la aún joven gestión de Villarán se le puede criticar la generación de expectativas exageradas, y felicitar por un estilo transparente y dialogante que fortalece la democracia.
Pero hablar de ‘fracaso’ a cuatro meses de empezado el mandato es, sin duda, una exageración interesada y sin sustento, que se puede explicar por el deseo de Castañeda de mellar el prestigio de Villarán ante las investigaciones en marcha sobre su gestión o, también, pensando que la crítica a la actual alcaldesa golpea, de carambola, a Ollanta Humala.
Ayer el presidente García tomó distancia del cargamontón evidente contra Villarán, señalando que las autoridades recién elegidas necesitan tiempo para instalarse y empezar a actuar. Pero dicha expresión de sensatez no impide, por cierto, especular con que él no esté alejado del fuego cruzado contra la alcaldesa de Lima.
alvarezrodrich@larepublica.com.pe
La escopeta de varios cañones que apuntan a Villarán.
A cuatro meses del inicio de su mandato, Susana Villarán sufre un cargamontón que usa como pretexto a su gestión municipal –la cual no está exenta de críticas justificadas– pero que, en realidad, pretende jaquearla por fines vinculados al teje y maneje político.
Hay indicios del cargamontón en el que parecen coincidir Solidaridad, el Apra y el fujimorismo. Por ejemplo, la intención del presidente Alan García de convertir en provincia al distrito de San Juan de Lurigancho (SJL) pasando por alto los procedimientos establecidos, como la consulta al municipio de Lima.
El alcalde de SJL, Carlos Burgos, es un aliado en este pleito y la ha emprendido contra Villarán con la seguridad del que se siente respaldado ‘desde arriba’, incluyendo su oposición al establecimiento de un Hospital de la Solidaridad en su distrito.
En este contexto, el ministro de Vivienda, Juan Sarmiento, condecoró al alcalde Burgos con “la orden al mérito por servicios distinguidos en el grado de Gran Cruz” por “la labor que viene desempeñando en su distrito”, lo cual permitió ver el fustán del gobierno en esta movida contra Villarán.
A su vez, la premier Rosario Fernández se sumó al cargamontón con el poco sólido argumento de “yo sí voy al mercado” para responsabilizar a Villarán por el alza de los precios de productos de primera necesidad debido al retraso en el traslado de los comerciantes de La Parada al Mercado Santa Anita, cuando esto se explica por alteraciones en el mercado global.
Inmediatamente apareció el ex alcalde Luis Castañeda y miembros de su equipo más cercano, como Walter Menchola, para realizar un fuego cruzado contra la gestión de Villarán, calificada –prematuramente, por cierto– de “fracaso”.
Esto vino acompañado del aluvión de los medios que suelen informar y opinar en la misma línea del gobierno, lo cual puede explicar la desaprobación del 47% según Ipsos-Apoyo.
A la aún joven gestión de Villarán se le puede criticar la generación de expectativas exageradas, y felicitar por un estilo transparente y dialogante que fortalece la democracia.
Pero hablar de ‘fracaso’ a cuatro meses de empezado el mandato es, sin duda, una exageración interesada y sin sustento, que se puede explicar por el deseo de Castañeda de mellar el prestigio de Villarán ante las investigaciones en marcha sobre su gestión o, también, pensando que la crítica a la actual alcaldesa golpea, de carambola, a Ollanta Humala.
Ayer el presidente García tomó distancia del cargamontón evidente contra Villarán, señalando que las autoridades recién elegidas necesitan tiempo para instalarse y empezar a actuar. Pero dicha expresión de sensatez no impide, por cierto, especular con que él no esté alejado del fuego cruzado contra la alcaldesa de Lima.
No hay comentarios:
Publicar un comentario