Magaly Vera
Barry Jenkins (Liberty
City, Miami, 1979), afroamericano, conocedor de la vida en los suburbios con
una vida llena de similitudes a la de Chiron, su personaje principal. Lo que le
permite mostrarnos un ángulo diferente de la vida, con mucha dureza pero a la
vez con esperanza. Develando como uno
sobrevive en un submundo (un Miami que jamás fue presentado en cine), con extraños mecanismos de defensa para no morir en
el intento de vivir feliz.
La historia
La historia gira en
torno a la vida de Chiron, desde su niñez hasta su etapa adulta. Dividida en
tres capítulos: infancia (little), adolescencia (Chiron) y adultez (black). Es
decir, es lineal con ciertos flashes back que no pretenden explicar nada pero
llenan esos vacios que se crea entre etapa y etapa. Asimismo se puede
evidenciar que el personaje afroamericano, pobre, con madre adicta y padre
ausente, afronta los mismos problemas que toda persona en cualquier parte del
mundo, no necesariamente Miami: salir de la miseria y definir su identidad
sexual para poder desempeñar bien el papel asignado a uno.
Puesta en escena
Little
La película se inicia
con un día cualquiera de Juan, interpretado magistralmente por Mahershala Ali,
quien es el líder traficante de drogas. Es en ese momento que aparece Chiron
huyendo de sus compañeros de clase quienes iban a someterlo a bullyng. Esa escena es clave ya que la presencia de
Juan marca un hito en su vida, no solo porque lo salva de ese castigo y
enclaustramiento; sino porque reemplazará a su padre. Hasta el nombre elegido
para este mentor no es casual: Juan, el apóstol más querido por Jesús, y al igual que este Juan, es quien enseña y
no juzga jamás.
Conocedor de la
paupérrima vida de su pupilo es quien le muestra el otro lado de vivir:
simplemente disfrutar de lo que a uno le toque. Reflejada en la escena en la que le cuenta como orientó su
vida y le dice la plegaría que lo marca para siempre: “hay actos que definen tu
vida y solo uno es quien decide que actos realizar. No puedes dejar que nadie
tome esa decisión por ti”. Le cuenta que al igual que él, solía correr como
loco por las playas de Cuba, hasta que una anciana lo para y le dice “andas
corriendo bajo toda esa luz. A la luz de la luna todos los niños negros parecen
azules”. Frase que resume que todos somos iguales ante el mar que es el morir y
que además redime el papel de los negros en esta tierra: “fuimos los primeros
habitantes”. No en vano sus actores son todos negros y el azul es la uniformidad
y mimetización de todo ser humano con el mar. De alguna manera intenta reflejar
el drama que los afros viven no sólo en Norteamérica.
Tampoco es casual que
sea luz de luna, el título de la película ya que notamos que tanto el mar como la luna no son solo el telón
de fondo, sino que marcan
los enfoques del director. Es esa tenue luz que se divisa a lo lejos, pero que
sin embargo ilumina todo. Esa penumbra es la que inunda todo, pero
no como un halo de maldad, sino como forma de ver. El simbolismo que usa en
cada toma es fascinante porque deja al espectador, la tarea de develar que
quiso decirnos. Como esa escena en la que Juan le enseña a Chiron a nadar, a dar
brazadas que es cómo afrontar el morir o el vivir.
El tema de la identidad
está presente en este capítulo bajo la pregunta “¿Qué es puto?”. No, no hay
respuestas, solo las que el tiempo da. Y me parece acertada ya que no pretende
explicar ni científica ni sociológicamente porque hay gays. Simplemente uno
debe aceptarse como es.
Chiron
El tema de la identidad
sexual de Chiron es tratado con mucha sutileza por el director con tomas muy
sugerentes en la playa. No hay escenas de sexo explícito, como sí de violencia
por el acoso al que es sometido Chiron por esa opción que aun no identifica,
pero que intuye.
Nuevamente aparece el otro
actor: la inmensidad del mar como trasfondo y la luna. Que es la forma como
miramos nuestra oscuridad, nuestros temores. Y es ahí donde Chiron dice llorar
a diario y maldecir la vida que le toco. Es bajo ese claro de luna donde conoce el amor.
Fue su mentor quien le
enseñó que su futuro era decisión suya y vemos como elige no ser más la víctima,
lo que le cuesta su libertad y el descubrir que es la apariencia lo que puede
más, que el demostrar el amor que supuestamente está vetado para los gays en
ese colegio.
Black
Entre capítulo y capítulo hay
cortes bruscos, que no necesitan ser mostrados. No se nos dice nada de la
muerte de Juan, tampoco es necesario: era traficante. Tampoco se nos dice nada
del radical cambio de apariencia de Chiron: del tipo delgado y dulce, al
fornido y lleno de cábalas que muestran una fortaleza física y opulencia
económica por seguir los pasos de Juan. Pero solo en apariencia ya que solo al
final, nos enteramos que pese a esa coraza, se mantuvo puro, incólume y frágil
frente al amor.
El final es abierto
como la vida misma. No sabemos si Kevin volverá con Chirón pese a que la vida
con su esposa le ha dado la estabilidad que buscaba y pese a la escasez de
dinero. Y es que así es la vida donde son los actos los que definen el futuro
incierto y es uno quien elige como vivirla.
La música es otro de
los aciertos del director: de música clásica a violines, a pianos hasta rancheras
como el Cucurrucucu paloma de Tomás Méndez que al solo escucharla, te
remite a lo que dice Chiron: “lloro tanto que siento que a veces me volveré gotas”.
El título de este capítulo
es contundente: Black. Kevin le pregunta ¿Quién eres Chiron? Y solo responde “yo
soy yo”. Un black, no pretende ser más. Es lo que le tocó.
Quizás por esa simpleza
de ver la vida, con esa mirada de afroamericano, en donde el solo hecho de ser
afro en un país norteamericano, ser gay y además pobre ya es toda una odisea. Aún así, vale la pena vivir aunque sea para ser feliz por momentos es lo
que le ha valido el Oscar a esta película.
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