Magaly Vera
Sorprende
a muchos que Donal Trump el díscolo (así fue bautizado por muchos medios
periodísticos), el sexista, histrión, intolerante, irreverente etc., haya
llegado a la final para el puesto de presidente. Eso no me sorprende ya que las
elecciones de los electores siempre causan estupor y hasta escalofríos. Sin ir
muy lejos aquí en nuestro país se eligió como presidente al mismo que en un
pasado no tan lejano nos había dejado con una inflación galopante, con un país
aislado económicamente del mundo, pero pese a esos antecedentes (incluida ofensas
a nuestra idiosincrasia, insultos y patadas etc.) las encuestas lo daban como
uno de los hombres con mayores opciones para ocupar nuevamente el sillón
presidencial por tercera vez ¡can
you believe it!; y hasta fue elegido el hombre más influyente en nuestro
país según la revista Poder.
La
elección de Obama tampoco me sorprendió ya que si bien la etnografía mostrada
por el censo americano del 2010 mostraba a la raza afro con apenas un escaso
porcentaje, aunados a la masa de inmigrantes, el descontento que dejó la guerra
de Irak, los efectos de la burbuja inmobiliaria etc. Obviamente que iban a
ejercer su derecho a la protesta en las urnas. Y qué mejor que darle en la
madre a la gran masa anglosajona que hasta entonces había gobernado, con un
candidato apocalíptico. Lo digo en broma ya que según las predicciones: un
negro sería el último presidente de la historia americana antes de que se
divida y de inicio a la gran tribulación bíblica.
Lo que si causa asombro es que esta vez sea una mujer
la que quede finalista y que sea Hillary Clinton, conocida por ser la ex
primera dama, por su vasta experiencia política, pero sobretodo por la felonía
de su esposo. Pero pese a eso, la distancia que la separa de Trump, es efímera.
Es que los americanos no le perdonan que gracias a su apoyo siendo senadora el
2003, Bush haya aprobado la invasión a Irak. Michael Moore en el documental
“Fahrenheit 9/11”
evidenció que la supuesta guerra justa y santa, era
absurda; que dejó cuantiosas pérdidas al erario americano y muchísimas muertes
vanas (más de 151 000). Pese a que hizo mea culpa por ese "error" y
que tenga una conducta sexual conservadora y que por el contrario Trump cometa
excesos de los que constantemente se jacta, a él no le increpen sus
infidelidades o la forma como trata a sus mujeres. Ni la sobre exposición
de su léxico o sus desatinados comentarios han dejado de ser portada por sobre
la experticia de Hillary. Y es que aquí como en Hollywood, el morbo
vende.
Eso
nos deja una gran incógnita ¿Qué hace a Trump tan atractivo a la masa
norteamericana electoral? No olvidemos que Norteamérica pese a todas sus bajas,
sigue siendo el país de las oportunidades y del sueño americano, y aunque a
muchos les disguste, Trump representa esa imagen: empresario exitoso, rodeado a
mujeres hermosas (nadie olvida como se enfrentó a Hugh Hefner) y exhibicionista
(siempre alardea de su mujer y de su opulencia), y su Trump Word Tower confirma
ese alarde del que hace gala.
De nada sirve que inmigrantes exitosos como Salma Hayek,
Antonio Banderas, Alejandro Gonzales Iñarritu entre otros, le restrieguen en su
cara que no representan los adjetivos con los que los ha calificado todo este
tiempo. Menos que Obama se burle públicamente de él por sus excesos.
Curiosamente
a mayores insultos, más se fortalece ya que los que intentan descalificarlos,
utilizan la misma arma que él: la humillación. Así que no son mejores que él al
intentar esa estrategia. Por el contrario, Obama a mi parecer usa lo más vil
para atraer votos a su partido: su poder (es presidente). No digo discursivo ya
que solo hace metáforas burdas como el rodeo de Trump por los más altos
representantes del orbe: Misses, entre otros sarcasmos. Creo que el discurso de
Michelle (al menos el primero) fue más elegante ya que ni lo mencionó pero hizo
referencias a lo que ella visiona como grandeza de un país. Lo malo es que en
sus siguientes discursos, cayó en más de lo mismo.
No
se trata de quien denigra más, se trata de mostrar propuestas. Pero valgan
verdades, es el show lo que más llama la atención más que las propuestas.
En
el primer debate, tampoco le sirvió de mucho a Hillary ganar por knock out a
Trump, menos que le recuerde como vejó el honor de Alicia Machado, una
miss que logró coronarse como la mujer más hermosa del universo, pero que …
engordó. Luego de eso (quizás por su juventud e inexperiencia) continuó
exponiendo sus debilidades en el reality más visto con sexo explícito. Lo que
causa extrañeza es como un país en el que el sexo es pan de cada día y donde
las infidelidades se esparcen como azúcar en polvo, es que empiezan a medir la
inteligencia y capacidad de mando, solo por lo que pasa en sus entrepiernas o
labios. De pronto se me vino a la memoria el millón de dólares que
ofreció a Larry Flynt por información de cualquier escándalo sexual que incluya
a algún legislador republicano. El resultado: dobles vidas expuestas en
escaparates. Nadie puede tirar la primera piedra, pero como gusta crucificar al
que comete un pequeño desliz.
Así
que no interesa que Hillary haya sido la gran vencedora en ese debate ya que la
gran mayoría ya decidió por quién votar. Si así empezó, no dudo que la sangre
derramada en Kill Bill rebase a la del segundo debate. Los golpes bajos no se
harán esperar. Lo que Keiko y PPK será apenas un esbozo.
Tampoco me sorprende que la gente esté más atenta a las
predicciones del Brujo mayor que a los politólogos. Bien decía Steven
Levitsky que en Perú, era más leído y más tomado en cuenta que en su
país.
Me quedo con esta pregunta: ¿qué es más descabellado:
votar por un showman exitoso, o por una mujer que dejo a
dos países devastados?
Recomiendo
ver este resumen de propuestas de ambos candidatos:http://www.univision.com/noticias/elecciones-2016/grafico-comparativo-donald-trump-vs-hillary-clinton
Soy peruana. Así que saquen sus conclusiones del presidente al que hago alusión.
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