Magaly Vera
Por cómo empezó el primer debate era de
esperarse que este segundo debate estuviese plagado de golpes bajos. Es decir
con prioridad a las intimidades que a las propuestas.
Ese inicio sin el saludo habitual de
los besos o abrazos, fue un lenguaje subliminal de cómo le dolió en el ego a
Trump, el que una mujer lo haya agarrado por… el sitio que él suele cogerlas.
Escuche detenidamente las preguntas de
los panelistas y definitivamente eran más incisivos con Trump que con Hillary,
así que su reclamo fue justo. Si a él le preguntaron repetidas veces si dijo lo
que dijo y si lo hizo, a ella no le repreguntaron lo de los e-mails borrados.
Aparentemente uno es menos nocivo que lo otro, pero si a Trump le increpan que
no muestra su Declaración de impuestas suponiendo que tiene algo que esconder o
deudas que lo comprometan con tal o cual empresa, nada dicen de a quién o a
quienes supuestamente favorecían esos correos. De no ser tan comprometedores
¿por qué los borró?
Referente al tema de salud: el
Obamacare no cubre todas las necesidades, lo que quedo más que evidenciado en
el documental “Sicko” de Michael Moore. Hillary opina lo contrario ya que
pretende expandir el alcance de su cobertura.
Estados unidos será un país del primer
mundo, pero no ha sabido invertir en tecnología (no me refiero solo a los
softwares) sino a los trenes transcontinentales. ¿Saben cuántas carreteras de
ese nivel tienen? Ninguna a diferencia de China que está proponiendo invertir
en la nueva ruta de seda a nivel mundial. Quizás por eso sea el nuevo
blanco armamentista y esté aparentemente siendo rodeado.
Referente al tema de empleabilidad: Trump asevera que impedirá que
las empresas migren a otros países por el tema de sobrecostos. Dudo mucho que
lo consiga, pero vaya que suena mágica tal pretensión. Ese es el slogan con el
que atrae votos, pero nada impide que los productos chinos invadan sus mercados
a bajos costos pese a ser el país que tiene más Nobeles de economía. Pero aquí
él tiene una gran ventaja frente a Hillary: es un empresario exitoso que
incluso ha sabido sacarle la vuelta al fisco americano (cosa casi imposible de
hacerlo y que reconoció públicamente en el primer debate al decir que es “smart”)
y hasta sacó provecho de las crisis americana beneficiándose de las ofertas
inmobiliarias. Y es el único que reconoce que Norteamérica está en crisis. De
nada le sirve a Hillary hablar de paz y amor, juntarse todos por el bien común,
etc. al estilo de una miss, intentando con eso borrar toda la mochila que carga
a cuestas: imposible borrar las imágenes de la guerra con Irak, la supuesta
guerra entre los “buenos” y los “malos”, “la guerra santa”, en la que no se
respetó los derechos humanos de ningún preso. Solo revise los límites de
brutalidad a los que se llegó en Guantánamo. Un documental descarnado de
Oliver Stone: “La historia no contada de Estados Unidos”, nos devela hasta
donde llegó el afán de poder de Bush, apoyado por Hillary y con una política
armamentista continuada por Obama.
Y no es broma, Obama pese a todo eso,
apenas ganó la presidencia: ganó el premio de la Paz, sin tener los
antecedentes que sus antecesores más que la supuesta buena fe con la que
actuaría a futuro. Ni en su política económica cambio ya que siguió con las
especulaciones de la Banca, contrató a los mismos que tuvo Bush incluso en el
área de relaciones internacionales. Hillary habla de poner más impuestos a los
millonarios, pero con la estrategia de Obama, los millonarios se duplicaron
exponencialmente en la época de crisis y los salarios de millones de
americanos, se mantuvieron congelados.
Si uno revisa sus planes de gobierno,
ambos son diametralmente opuestos; pero dada las circunstancias, dudo que
cualquiera de los ganadores cambie radicalmente lo iniciado por Bush. A lo que
ahora hay que seguir, es a los grupos que los respaldan y al equipo humano que
los acompañaran.
Es cierto que el verbo de Trump es
chocante no solo por atacar a las mujeres, sino por ser confrontacional,
pedante y hasta produce escalofríos. A estas alturas ya no es novedad escuchar
un audio más y bien que la prensa sabe cómo mover el morbo con titulares
sugestivos. Pero ojo, de él solo tenemos conjeturas (audios); de Bill Clinton,
certezas (el vestido con manchitas y el amargo sabor que le dejó en la boca a
Mónica Lewinsky, lo confirma).
Trump puede pedir perdón y prometer
evitar cometer excesos; pero Hillary así se rasgue las vestiduras, se arrodille
en clavos y se golpee el pecho, jamás volverá a la vida a millones de
personas que vanamente murieron en una guerra absurda. Y es a esta mujer a
quien apoya Obama y su esposa en cada discurso que dan, ya que ella será su
continuidad.
Creo que al final: serán los americanos
los que pierdan sea cual fuese su elección.
No hay comentarios:
Publicar un comentario