Foto de la página mistura.pe
Magaly Vera
Es cierto que el chancho al palo fue el plato
más vendido y que batió todos los records de venta. Eso no quitó méritos a los
otros platos que Mistura vendió, tampoco
desplazó nuestra comida de los primeros puestos que ahora ocupa a nivel mundial;
y menos Mistura languidece solo porque le llegó al hígado a una periodista ese
inusitado éxito del chanchito y que encima, los comensales quedasen insatisfechos
frente a tamaña gula. Es que hasta hurgó los comentarios de los feligreses en
face. Olvidando que ahí uno pone todo (la mayoría de veces) en plan de joda.
Para aquel que tiene un paladar fino, todas las
sazones no son lo mismo por más que el ingrediente estrella sea porky. Sino,
que lo diga mi abuelita de 92 años, que no estudió en Le Cordon Bleu, pero que tiene un paladar que
adivina hasta el mínimo ingrediente que hace que un dorado sea diferente al
otro.
Los vectores que hacen que en ciertas
circunstancias todos elijan algo (presidente, alcalde, postre etc.), en este
caso un plato, son difíciles de identificar. Quizás se debió como dice Bernardo
Roca Rey, presidente de Mistura: “tienes que tener en cuenta que hay ocho
millones de habitantes en Lima que no pueden hacer fuego en su casa. Entonces
¿Qué es lo que recuerdan? Lo que ellos han comido de niños, que era una fogata
en el campo ¡Qué bueno que ellos puedan comerlo cuando quieran en Mistura!”. (Frase
cogida del artículo de Maritza Espinoza publicada en el diario La República.
Ver link: http://larepublica.pe/impresa/domingo/802033-mistura-todos-los-chanchos-son-iguales ) O como dice Maritza: “es un plato de la
nostalgia provinciana”. Y si esa fue la causal ¿Cuál es el problema? En Ratatouille,
una película sobre comida, el exquisito paladar de un crítico culinario como Anton
Ego quedó fascinado por una sopa de casa que lo transportó a sus años con su
madre y que fue cocinado nada menos que… por una rata (no es metáfora).
En lo que si coincido con Maritza es que somos
lo que comemos, por eso los arqueólogos hurgan en nuestra basura, en nuestros
desperdicios orgánicos indicios de nuestro régimen alimenticio y costumbres,
que no necesariamente determinan nuestro comportamiento y carácter. Pero de ahí a tipificarnos por lo que comemos.
No pues, tampoco tampoco. Ni Jung, ni Freud menos Lacan, han intentado etiquetar nuestro
comportamiento por nuestra selección de comidas. De ser así, otra seria la historia.
¡Uff! y que diría de mí que preferí un roedor en
Mistura: el cuy. Siempre que viajo intento probar una sazón diferente a las que
ya me conozco por ser de Junín, y siempre me sorprendo. Esta vez tampoco fue la excepción, el cuyassic
park estuvo de la ptm. Por lo general no escribo con siglas, pero dado que mi
vocablo tiene que estar (siguiendo la lógica del link) a la altura de lo que
como, me apeteció ponerlo.
Y qué importa que este chorreante de grasa, de
calorías y carbohidratos y que ella no entienda nuestro paladar. A nosotros tampoco
nos interesa el suyo a la hora de comer. La vida se ha hecho para disfrutarla
sin estar importando si tu nivel supuestamente baja a la altura de un cerdito (con
el perdón de ellos ya que el ser humano, es el único depredador del universo
que mata solo por placer y no para satisfacer sus necesidades primarias) o que
intenten bajar tu autoestima si elegiste un chanchoalpalo. No, definidamente tu
level no baja; menos sube el del criticón.
No es que me incomode ser comparada con un
marrano. Lo que fastidia es ese tufillo despectivo a un plato bandera y
desmerecer un evento tan esperado no solo por mi familia, sino por miles de
visitantes que recibe de todas partes del mundo como Mistura, que pone a
nuestro alcance platos de cinco tenedores a doce soles, que nos permite
apreciar nuestra variedad culinaria y hasta une a los productores agrícolas con
el consumidor final.
Somos seres complejos, así de simple; que no se
intente menospreciarnos por lo que elegimos a la hora de comer un día. Imagino que todos no siempre seleccionamos un
delicioso chancho por el exceso de grasa saturada que tiene, pero quien pues no
cae a sus encantos un fin de semana y no por eso, vamos a ser crucificados.
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