Entrevista/Eduardo Stein. Ex jefe de la misión de observadores electorales de la OEA en el 2000. De visita en Lima afirma que Montesinos no tomó decisiones solo y que Fujimori y su entorno más cercano tomaron decisiones colectivas que violaron la ley.
María Elena Castillo.
Han pasado once años desde que lideró la misión de la OEA que supervisó las cuestionadas elecciones de la re-reelección de Fujimori. ¿Cómo veía entonces a Perú?
Como persona interesada en los asuntos latinoamericanos le seguía la pista, porque toda el área estaba en dificultades: había una situación política compleja en Ecuador, con varias destituciones de presidentes; había niveles de confrontación armada muy vivos en Colombia, entre la guerrilla y los paramilitares, y los carteles funcionaban con fuerza. Pero se consideraba que el gobierno del presidente Fujimori, en Perú, era garantía de estabilidad en el área andina y encontramos que no era así.
Usted dijo que las autoridades lo recibieron muy bien porque pensaron que avalarían el proceso…
Hubo funcionarios de aquella administración que al enterarse de mi designación como jefe de la misión pensaron que contarían con un amigo que venía a apoyar y avalar el proceso. Nosotros vinimos a verificar si había condiciones para elecciones correctas; poco a poco vimos que había dificultades muy serias.
Y más bien denunciaron irregularidades en pleno proceso…
Los partidos coincidían en que el problema estaba en el centro de cómputo de la ONPE. Pedían que se examine su centro de cómputo, pero, además, la carta de solicitud del gobierno peruano a la secretaría general para la misión de observación electoral estipulaba precisamente que se realizara una auditoría forense del sistema de cómputo. Yo no estoy seguro si sabían lo que estaban pidiendo, porque una auditoría forense implica meterse en las entrañas del software que se iba a usar. Contratamos a los expertos para hacerlo pero desde un inicio no nos facilitaban las cosas, no nos permitían entrar a los códigos fuentes de los programas, ni el examen de los registros de votantes en los bancos de datos de la ONPE. Así que empezamos a trabajar con los partidos políticos de manera directa y poco a poco fuimos desentrañando una maraña de cosas, vimos que no estaba funcionando correctamente.
¿Qué hallaron?
El sábado antes del voto en primera vuelta, pedí de manera sorpresiva una simulación y en la ONPE corrieron unas cuantas actas ficticias y al final no cuadraba bien, de cada 10 actas, la número 11 desaparecía, simplemente el sistema la esfumaba. Como no se logró corregir, convoqué a conferencia de prensa e informé lo que pasaba. Y en el proceso de la elección misma, hubo algunos problemas muy serios en el conteo para los candidatos al Congreso; en algunas provincias al llegar a 16 mil votos, comenzaba a descender. Pero lo más serio fue cuando cerraron el centro de cómputo, creo que la noche del domingo para amanecer el lunes, bajo el argumento de que la gente estaba muy cansada. Echaron a todos los observadores electorales y con el centro de cómputo cerrado e inactivo se empezó a registrar nuevos conteos. Entonces dije que algo siniestro estaba pasando en Perú.
Por el grado de manipulación que encontraron, ¿quiénes estaban detrás de ello?
Hasta donde vimos, y por lo que las organizaciones advertían, era un aparato de inteligencia manejado por el señor Montesinos. Nosotros no teníamos idea de cuán profundo y cuánto abarcaba este aparato sino hasta muchos meses después, cuando se empezaron a conocer los llamados vladivideos, en los que aparecían políticos y autoridades, a quienes les entregaba dinero.
El mismo Fujimori tuvo que estar detrás, ¿no cree?
Es difícil decirlo, por una parte no hay forma de comprobar que así fuera, pero por otro, resulta muy difícil pensar que estuviera ocurriendo algo de tal envergadura, en términos de control político, en un proceso electoral y que el presidente no estuviera enterado.
Usted ha dicho que Montesinos no pudo hacerlo todo solo…
Hace unos días, una persona amiga me comentaba una declaración en la que pretendía echarle la culpa de todo lo que le pasó al gobierno de Fujimori, casi totalmente, al señor Montesinos, como si nadie más de todo el entorno del fujimorismo ni el propio Fujimori hubieran tenido que ver, salvo este “genio del mal” llamado Vladimiro Montesinos. No pudo ser así. Hubo decisiones de tipo colectivo que se tomaron con plena conciencia del presidente o de su entorno cercano, que implicaron, según se ha visto en los juicios, violaciones de la ley.
“La ciudadanía aprendió a ejercer vigilancia”
¿Cómo fue su encuentro con Fujimori durante la supervisión electoral?
El primero fue cordial, en segunda vuelta el tono fue muy distinto. Fui recibido con muestras claras de disgusto y me preguntó por qué declaré a la prensa que algo siniestro estaba pasando en Perú. Le dije: ¿cómo era posible que con un centro de cómputo cerrado e inactivo se incrementen los votos, si se suponía que el proceso estaba congelado durante unas horas? No había explicación razonable.
Cuando dice que el entorno cercano de Fujimori participó en decisiones que violaron la ley, ¿está incluida la hoy candidata Keiko Fujimori?
No lo creo. Yo la conocí mucho más jovencita, cuando, siendo yo ministro de Relaciones Exteriores de Guatemala, acompañé a mi presidente a una visita oficial acá. En la cena de Estado que nos ofreció el presidente Fujimori conocimos a su familia.
¿Tuvo ella un papel importante en el proceso del 2000?
En la observación electoral que practicamos acá no, ni participaba ella en absoluto en la agenda pública, más allá de temas protocolares, porque actuaba como primera dama.
Algunos analistas consideran que una elección de Keiko pone en riesgo la democracia…
No lo veo así. Creo que gane quien gane, en Perú no puede haber un retroceso en la democracia. No se volverá a la época del señor Fujimori porque la ciudadanía aprendió a ejercer un fuerte papel de vigilancia y no lo permitiría.
María Elena Castillo.
Han pasado once años desde que lideró la misión de la OEA que supervisó las cuestionadas elecciones de la re-reelección de Fujimori. ¿Cómo veía entonces a Perú?
Como persona interesada en los asuntos latinoamericanos le seguía la pista, porque toda el área estaba en dificultades: había una situación política compleja en Ecuador, con varias destituciones de presidentes; había niveles de confrontación armada muy vivos en Colombia, entre la guerrilla y los paramilitares, y los carteles funcionaban con fuerza. Pero se consideraba que el gobierno del presidente Fujimori, en Perú, era garantía de estabilidad en el área andina y encontramos que no era así.
Usted dijo que las autoridades lo recibieron muy bien porque pensaron que avalarían el proceso…
Hubo funcionarios de aquella administración que al enterarse de mi designación como jefe de la misión pensaron que contarían con un amigo que venía a apoyar y avalar el proceso. Nosotros vinimos a verificar si había condiciones para elecciones correctas; poco a poco vimos que había dificultades muy serias.
Y más bien denunciaron irregularidades en pleno proceso…
Los partidos coincidían en que el problema estaba en el centro de cómputo de la ONPE. Pedían que se examine su centro de cómputo, pero, además, la carta de solicitud del gobierno peruano a la secretaría general para la misión de observación electoral estipulaba precisamente que se realizara una auditoría forense del sistema de cómputo. Yo no estoy seguro si sabían lo que estaban pidiendo, porque una auditoría forense implica meterse en las entrañas del software que se iba a usar. Contratamos a los expertos para hacerlo pero desde un inicio no nos facilitaban las cosas, no nos permitían entrar a los códigos fuentes de los programas, ni el examen de los registros de votantes en los bancos de datos de la ONPE. Así que empezamos a trabajar con los partidos políticos de manera directa y poco a poco fuimos desentrañando una maraña de cosas, vimos que no estaba funcionando correctamente.
¿Qué hallaron?
El sábado antes del voto en primera vuelta, pedí de manera sorpresiva una simulación y en la ONPE corrieron unas cuantas actas ficticias y al final no cuadraba bien, de cada 10 actas, la número 11 desaparecía, simplemente el sistema la esfumaba. Como no se logró corregir, convoqué a conferencia de prensa e informé lo que pasaba. Y en el proceso de la elección misma, hubo algunos problemas muy serios en el conteo para los candidatos al Congreso; en algunas provincias al llegar a 16 mil votos, comenzaba a descender. Pero lo más serio fue cuando cerraron el centro de cómputo, creo que la noche del domingo para amanecer el lunes, bajo el argumento de que la gente estaba muy cansada. Echaron a todos los observadores electorales y con el centro de cómputo cerrado e inactivo se empezó a registrar nuevos conteos. Entonces dije que algo siniestro estaba pasando en Perú.
Por el grado de manipulación que encontraron, ¿quiénes estaban detrás de ello?
Hasta donde vimos, y por lo que las organizaciones advertían, era un aparato de inteligencia manejado por el señor Montesinos. Nosotros no teníamos idea de cuán profundo y cuánto abarcaba este aparato sino hasta muchos meses después, cuando se empezaron a conocer los llamados vladivideos, en los que aparecían políticos y autoridades, a quienes les entregaba dinero.
El mismo Fujimori tuvo que estar detrás, ¿no cree?
Es difícil decirlo, por una parte no hay forma de comprobar que así fuera, pero por otro, resulta muy difícil pensar que estuviera ocurriendo algo de tal envergadura, en términos de control político, en un proceso electoral y que el presidente no estuviera enterado.
Usted ha dicho que Montesinos no pudo hacerlo todo solo…
Hace unos días, una persona amiga me comentaba una declaración en la que pretendía echarle la culpa de todo lo que le pasó al gobierno de Fujimori, casi totalmente, al señor Montesinos, como si nadie más de todo el entorno del fujimorismo ni el propio Fujimori hubieran tenido que ver, salvo este “genio del mal” llamado Vladimiro Montesinos. No pudo ser así. Hubo decisiones de tipo colectivo que se tomaron con plena conciencia del presidente o de su entorno cercano, que implicaron, según se ha visto en los juicios, violaciones de la ley.
“La ciudadanía aprendió a ejercer vigilancia”
¿Cómo fue su encuentro con Fujimori durante la supervisión electoral?
El primero fue cordial, en segunda vuelta el tono fue muy distinto. Fui recibido con muestras claras de disgusto y me preguntó por qué declaré a la prensa que algo siniestro estaba pasando en Perú. Le dije: ¿cómo era posible que con un centro de cómputo cerrado e inactivo se incrementen los votos, si se suponía que el proceso estaba congelado durante unas horas? No había explicación razonable.
Cuando dice que el entorno cercano de Fujimori participó en decisiones que violaron la ley, ¿está incluida la hoy candidata Keiko Fujimori?
No lo creo. Yo la conocí mucho más jovencita, cuando, siendo yo ministro de Relaciones Exteriores de Guatemala, acompañé a mi presidente a una visita oficial acá. En la cena de Estado que nos ofreció el presidente Fujimori conocimos a su familia.
¿Tuvo ella un papel importante en el proceso del 2000?
En la observación electoral que practicamos acá no, ni participaba ella en absoluto en la agenda pública, más allá de temas protocolares, porque actuaba como primera dama.
Algunos analistas consideran que una elección de Keiko pone en riesgo la democracia…
No lo veo así. Creo que gane quien gane, en Perú no puede haber un retroceso en la democracia. No se volverá a la época del señor Fujimori porque la ciudadanía aprendió a ejercer un fuerte papel de vigilancia y no lo permitiría.
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