Claudia extiende su delgado brazo y traza con su pincel una línea negra. Se apoya sobre una escalera para alcanzar la parte más alta del mural que pinta. Vuelve a delinear una figura. Sus dedos, su polo y hasta las lunas de su lente están manchados de colores.
“Ya no se ve tan gris. Le da color, otra mirada. Da ganas de pasar por acá y ver algo diferente”, dice. Desde hace seis días afina la obra que inició junto a un amigo sobre uno de los pilares del Metro de Lima, muy cerca de su casa, en San Juan de Lurigancho. Claudia Jaramillo nació y creció en este popular distrito, el más poblado de Lima, con mayor índice de violencia y menor inversión en seguridad. A sus cursos en la universidad le suma su pasión por el arte.
Así como ella, más de cien jóvenes artistas se reunieron el último fin de semana en una peculiar jornada para pintar sobre los pilares de este servicio de transporte público que atraviesa la capital desde San Juan de Lurigancho hasta Villa El Salvador.
Noé Mamani Espinoza, director de la asociación cultural Populart que ideó este proyecto, nos cuenta que entre octubre del año pasado y enero se completó el pintado de 54 pilares, en conmemoración del aniversario distrital. A estos se deben sumar los 32 pilares que se pintaron desde el 2017 y las dos estaciones Los Jardines y Los Postes.
En esta última oportunidad se trabajó como temática a las danzas folclóricas de nuestro país, en base a diversos estilos (realista, impresionista, surrealista, arte conceptual e indigenista). Marco Antonio Ortiz eligió la danza Ukuku, originaria del Cusco, que une el mundo animal y humano por medio de un personaje muy particular. “Estaba averiguando algunas cosas. Hay varias leyendas y mitos, y como que proviene de un oso y una mujer que se aparearon y nació este personaje, que es bien colorido en los festivales”, comenta.
Del mismo modo Marco Gutiérrez, quien trabaja con pintura en spray, muestra una danza de Puno llamada Kullawada. “Se caracteriza por los sombreros coloridos, que tienen en la cabeza los danzantes”, cuenta, pero en su interpretación presentará una dualidad entre el día y la noche.
– Políticos y vándalos –
En el 2014 se abrió el segundo tramo de la Línea 1 del Metro de Lima. Se incorporó así a los distritos de El Agustino y San Juan de Lurigancho a la red de trenes. Desde ese entonces, los vecinos de esta parte de Lima han desarrollado sus actividades, en especial comerciales, en torno al tren y sus estaciones.
Durante varios años los muros se convirtieron en soporte gratuito de publicidad sobre retraso menstrual, de trabajos de curanderos y de venta de terrenos. Ahora, los artistas que buscan cambiarle la cara a este distrito tuvieron que comenzar retirando estos afiches, y hasta los políticos pegaron sus rostros con el número a votar para las próximas elecciones.
“Nosotros pedimos permisos para pintar, o hacer algo en las columnas, y nos sorprende que candidatos al Congreso no respeten el proceso administrativo para tocar una columna. Con ese tipo de actos nos demuestran que están al mismo nivel del curandero huachano, del retraso menstrual o de un traficante de terrenos”, sostiene Mamani Espinoza sobre los letreros que día a día debe seguir retirando, incluso sobre las pinturas ya terminadas.
Sin embargo, los políticos no son los únicos convertidos en sus enemigos. “Hemos tenido también una leve vandalización con grafitis”, indica, sobre algunas pintas de pandillas. Pero también incide en que los mismos vecinos han comenzado a cuidar los murales.
– Arte, sociedad y transporte –
Según un informe de El Comercio, entre enero y junio del 2019 se reportaron 8.826 actos delictivos en San Juan de Lurigancho, uno de los distritos más inseguros. A esto se suma que es uno de los que menos ha invertido en seguridad ciudadana, con S/4 anuales por vecino. Es un escenario con el que Claudia Jaramillo ha tenido que convivir y le ha provocado dejar más de una vez mudándose. Pero la pintura abre otra oportunidad. “Me da una iniciativa para quedarme acá. Ese tema de la delincuencia quedó atrás. Ahora hay otra expectativa. Los murales le dan otra vista a San Juan de Lurigancho”, comenta la joven artista.
Mamani Espinoza señala que uno de los objetivos del proyecto es recuperar los espacios públicos, y “que el vecino pueda ponerse a pensar, a reflexionar, que los vecinos se cuestionen por algo que es evidente y que es necesario”. Por ello, así como a las pinturas de danzas, también se pueden encontrar murales contra el acoso sexual, la violencia contra la mujer, la protección del medioambiente, de los animales, entre otros temas.
Lorena Trelles, vocera de la Línea 1 del Metro de Lima, indicó a este Diario que hasta la fecha se han pintado 23 mil m2 de este sistema de transporte en todo Lima, desde el 2012. Del mismo modo que en San Juan de Lurigancho, estos trabajos se han realizado en Villa El Salvador, Surco y La Victoria, junto a artistas plásticos urbanos, como parte del programa Aliados por el Barrio y Arte Vecinal, y sin fines de lucro.
Estos murales también tienen doble utilidad al proteger la infraestructura. Cuenta Trelles el caso de una pared en Villa María del Triunfo que antes era vandalizada. “Los vecinos nos pidieron pintar una virgen. Hay un muro que la gente antes pintaba con propaganda electoral y con grafitis y ahora ya no lo pintan, respetan el muro que esta con la virgen. Eso ha permitido que la pared esté bien mantenida tanto para nosotros como para los vecinos”, recuerda.
La quinta convocatoria de artistas de Populart, en San Juan de Lurigancho, sería para la quincena de abril. Adelantan que se trataría de personajes de la cultura peruana, escritores, artistas, entre otros representantes. Los trabajos pasan por doble evaluación y la más dura es la originalidad de los bocetos que se deben enviar para cuidar los derechos de autor.
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