sábado, 11 de enero de 2020

En memoria de Marcos Castro (11/01/2020)



Magaly Vera

Conocí a Marco hace muchos años y como yo y mi madre, vino a Lima en busca de un futuro mejor, escapando de la pobreza que azotaba Cusco. El recuerdo que tengo de él es que siempre fue un luchador. Una familia suya lo acogió aquí en San Juan de Lurigancho, unos ferreteros donde aprendió a manejar y a conocer las rutas de toda Lima. Así fue como empezó a ganarse la vida en esta jungla de cemento. Siempre manejaba, era su pasión. Empezó con camionetas, luego de volquetes de diferentes empresas. Nunca cambio de rumbo: siempre de chofer.

Su gran sueño fue siempre tener su propio carro y no depender de otros y al final de su vida lo logro: compró su volquete con apoyo de su nueva pareja. La saco a plazos y antes de irse, ya la había terminado de pagar.  Los motivos por los que formó una nueva familia, solo le conciernen a él, y de eso no tiene la culpa ninguno de sus hijos y no es motivo para rechazar al benjamín de la familia, el pequeño Thiago o indicar que el cáncer que padecía lo ocasiono la pareja de turno. Eso no lo puede creer ninguna enfermera ni nadie en su sano juicio. Las enfermedades siempre están al acecho de cualquier ser humano y tiene que ver con la calidad de vida que uno lleve o por herencia ya que es una de las enfermedades que, en algunos casos, se hereda.

Viendo a su hijo Juan, el militar, pues vi como era Marcos de jovencito, con razón era todo un picaflor y el pequeñin, pues saco su sonrisa y por su corta edad, apenas dos añitos, desborda ternura. Y como negarlo si es su rostro y un nene siempre es una bendición. No en vano se dice que el reino de los cielos está lleno de niños y un verdadero cristiano o persona con valores, jamás rechazaría a un bebe.

Su otro gran sueño fue dar lo mejor a sus hijos. Hablaba de ellos con tanta dulzura que, pese a no conocerlos, ya sabíamos que tenía unos mellizos y una hija enfermera. De los mellizos pues sabíamos que pasaron de todo, pero siempre juntos. Incluso contaba cómo les enseño a ahorrar en su alcancía y solo gastar lo necesario. Trabajaron de todo: arreglando nichos en los cementerios, vendiendo agua para las macetas etc. De esa forma lograron comprarse sus bicicletas y hasta un televisor. Les enseño valores, a no robar y cada cosa que deseasen, pues debían trabajar en conseguirlo. De la mayor sabía que estudio en el Arzobispo Loayza y que ya trabajaba y hasta que tenía un hermoso nieto al cual adoraba. De los varones, sabíamos que uno trabajaba en el Banco así que el orgullo de padre desbordaba cuando contaba de sus hijos.

Su ilusión fue sacar adelante a sus hijos y lo logró: profesionales los mayores, solo que le quedo pendiente el pequeñín.

Sabíamos de su enfermedad y de cómo le cayó de sorpresa. Todo paso tan rápido. Recuerdo que en enero del 2019 vino quejándose del estómago. Le preguntamos que comió y dijo que su plato favorito: unos chicharrones. Me enoje mucho y casi lo obligue a que vaya al hospital. Al final hizo caso porque los dolores no le calmaban. Le diagnosticaron cáncer terminal y se derrumbó. Viajó a su tierra natal como a despedirse, pero también a probar medicinas alternativas. Ante tanta insistencia, pues se animó por el Instituto Nacional de enfermedades neoplásicas. Pero no era el dolor de la enfermedad lo que lo consumía, era el dolor de no ver a sus hijos. Él siempre fue un buen padre, y no mereció irse sin al menos mejorar su relación con ellos que no se dio, no por él sino por la rabia contenida de sus hijos por elegir pasar sus últimos días con su nueva familia.

Solo espero que pueda suceder su otro sueño: ver a todos sus hijos juntos compartiendo una cena o un almuerzo. Total, son hermanos ajenos a las vicisitudes de los padres. Quién sabe si en un futuro no muy lejano la enfermera deba de apoyar a los pequeños, o los pequeños apoyen a los mayores. Todo da vueltas en esta vida y todos, todos en el fondo somos hermanos ya sea por ser hijos de un solo Dios o por provenir de una misma Eva genética.

Descansa en paz hermano Marquitos y rezaremos para que tu sueño de verlos juntos y en una relación armoniosa, se haga realidad.

2 comentarios:

  1. Gracias señorita magaly por las palabras de usted hacia marco,me da alegria al ver que usted lo recuerde como una gran persona con ganas de superarse y salir adelante, lo cual yo confirmo todo lo dicho por usted.
    Todo ocurrió tan rápido, pero sé que de dónde esté el nos cuida.
    Hoy en día con la ayuda de Dios y
    Marco, que sé que me ayuda desde arriba sacaré adelante a nuestro pequeño hijo, y vuelvo a agradecerle las palabras escritas por usted señorita magaly.

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  2. Todo lo que narro es por las historias que el mismo Marquitos contaba con orgullo. Una semana antes de irse, nos visitó y nos trajo un panetón a cada uno de nosotros, nos abrazó y se despidió. Sólo fue un hasta luego, porque seguimos todos.

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