martes, 27 de diciembre de 2011

De Elmer sobre Elmer



Elmer García Alamo

(publicado sin su consentimiento)


Aún tengo mucho por descubrir, pero fueron cuatro los espacios de aprendizaje fundamentales en mi camino: experimentar la vida universitaria con su miseria y maravilla, la Iglesia que apuesta por los pobres a través de la Red de Bibliotecas Populares, la militancia política como independiente de izquierda democrática, después vino la vida partidaria. Laboralmente, CIDAP, una Ong que apuesta por los jóvenes y el desarrollo urbano, fue mi escuela. Mi mayor deleite de vivir, es ser promotor sociocultural (o facilitador, o educador). Vivo para animar, hacer el desarrollo, en tanto que lo político viene por añadidura, porque soy o aspiro a ciudadano, entonces es ineludible.
Tener un pie en lo político y el otro en lo social, deja de hacer  ingenuo a cualquier líder. Así viví como un promotor que está con la gente, pues los cambios se hacen con ellos, en tanto que la acción política busca a través del poder cambios a mayor escala.

Me tocó ser actor durante la guerra interna, acechado por la violencia, de un lado Sendero Luminoso y del otro el propio Estado, el que debiera protegernos, y en medio de ellos gobernar con míseros recursos. Confundidos a veces, batallando con mis propios cogobernantes para atender mil temas. En el año 1990 SAN Juan de Lurigancho ya bordeaba el medio millón de habitantes, casi todos migrantes como yo. Que se escriba en nuestra historia, aquí nosotros ganamos la batalla política a las dos bandadas del terror: La Marcha por la Paz la mayor acción movilizadora de los pobladores, organizaciones sociales, Iglesias y Gobierno Local, unidos.

A tono con los tiempos, ya antes que el influjo neoliberal arreciara, sin saber los conceptos de economía solidaria, desde la Red de Bibliotecas buscamos emprender el empleo juvenil entre los promotores que nos dábamos con todo por la educación y cultura, puesto que nuestros servicios crecían en proporción con nuestras edades y las necesidades personales. Experimentamos, entre fallidos y exitosos.

Hasta que se dio la feliz coincidencia con la ya consolidada Cooperativa San Hilarión, con sus principales líderes visionamos, trazamos estrategias para desarrollar el cooperativismo en San Juan de Lurigancho, eran los últimos años de la dictadura cívico-militar del fujimorismo. Y no paramos, constituimos CODECO, una Ong especializada en el cooperativismo y la economía solidaria, creamos empresas cooperativas, además de fomentar la educación sobre estos temas en la escuela pública y centros tecnológicos. Hoy laboro en el Comité de Educación de San Hilarión.

Un aspecto medular que vivo desde el gobierno de Alfonso Barrantes Lingán, es la participación ciudadana, la planificación concertada, las articulaciones entre sociedad y Estado, entre otros, son la constante. Son hermosos los logros y tristes sus no sostenimientos, podemos mencionar el primer Plan de Desarrollo  Integral de San Juan de Lurigancho en 1989, con el alcalde Ortiz Pilco. Evoco con emoción la muralla concertada contra la pandemia del cólera, tan fatal en otros ámbitos y cero muertos en SJL. Mucho después, la Coordinadora Multisectorial por los Derechos de la Mujer y la Infancia, más adelante los esfuerzos para que los gobernantes reconozcan a la Mesa de Concertación de Desarrollo y Lucha Contra la Pobreza de SJL con el innovador Sistema de Participación Ciudadana de SJL, ya antes que el presidente Valentín Paniagua la haga ley con el proceso de descentralización y los presupuestos participativos.

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